La semana pasada se escribió mucho en la prensa cubana y extranjera sobre el bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, pues se cumplieron 60 años de aquel 3 de febrero de 1962 en que el presidente estadounidense John Kennedy firmó la orden ejecutiva 3447 que establecía el bloqueo. Apenas una formalización de una política agresiva establecida “de hecho”: ya habían transcurrido 10 meses de la invasión de Playa Girón, y casi dos años desde el cínico memorando del asistente de estado para asuntos interamericanos, Mallory, que decía textualmente que “… el único modo que se puede vislumbrar para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto…basado en la insatisfacción y dificultad económica”.
En estos días se han publicado sobre el tema trabajos muy buenos. No es necesario recapitular aquí datos y análisis que cualquier lector puede fácilmente encontrar. Pero puede ser útil comentar sobre causas profundas que están en las raíces de la hostilidad de los Estados Unidos contra Cuba, raíces que son anteriores y más profundas incluso que el conflicto entre ambos países a partir de 1959.
En los Estados Unidos mandan los ricos. ¿queda alguien todavía que no vea esa realidad? Y la mecánica del sistema político garantiza que eso siga siendo así. Las campañas electorales de esos ricos cuestan dinero, mucho dinero y una parte lo ponen los mismos candidatos porque son millonarios. Otra parte la “donan” (después cobran) otros millonarios.