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DOS MAS DE ORO, EL C1 Y RONIEL IGLESIAS, LLEGAMOS AL 13 EN EL MEDALLERO

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CUBA EN EL LUGAR 13 EN EL MEDALLERO

SERGUEY Y FERNANDO DAYÁN SACAN ORO A FUERZA DE PALETADAS
Durante cinco años se prepararon para este momento y aun así apenas se lo creen. “Estoy soñando”, dice Serguey nada más poner un pie fue de la canoa. “Lo dije y nadie me creyó”, agrega Fernando Dayán con el ímpetu de sus 22 años. Han hecho historia y se abrazan bajo la bandera. Desde hoy son los campeones olímpicos en el C2 a mil metros. Es la primera vez que Cuba gana un oro olímpico en el canotaje y ellos, con esa mezcla de juventud y experiencia, lo acaban de hacer realidad.
Como en las semifinales aquí también comenzaron detrás, pero esta vez no esperaron tanto para acelerar la fuerza de las paletadas. Cuando la punta de su canoa pasó por la línea virtual que marca los primeros 250 metros marchaban cuartos; en los 500 metros ya eran los dueños de la segunda posición.

Por delante, un bote de China con un ritmo endemoniado. Por detrás, los tantas veces premiados alemanes. Arriba el sol que tantas veces, durante tantos años, les ha quemado el cuerpo en largas jornadas de entrenamiento con la vista fija en este momento. En Río de Janeiro llegaron sextos en la final, pero un año después conquistaron su primera plata mundial. Desde entonces nunca más se bajaron del podio. Siempre la vista puesta en Tokio, el momento soñado.

“La estrategia era hacer nuestra regata —confirma el más experimentado— Sabíamos que tenemos una buena segunda mitad y podíamos ganar. Buscamos mantenernos en el grupo y atacar en el momento preciso. Estábamos bien entrenados y estábamos claros que el que mejor remara en los últimos metros iba a ganar. Y esos fuimos nosotros”.

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A la cabeza del bote, Serguey vio cómo le quedaban solo 250 metros y los chinos les sacaban solo 41 centésimas. “Vamos” —se dijo—, con toda la experiencia que da estar en sus cuartos Juegos Olímpicos. Los remos cubanos entraban y salían del agua más fuertes que los del resto, y con cada paletada descontaban valiosos centímetros. Cien metros, cincuenta más, otros cien, y el empuje final para levantar la nariz de la canoa e impulsarla sobre la meta.

En las gradas se hizo silencio. La llegada fue tan cerrada que la pizarra con los resultados aun estaba vacía. De pronto, en una esquina, la bandera azul, blanca y roja apareció de primera. Euforia absoluta. Sus 3:24.995 representan el mejor tiempo conseguido en esta prueba en citas olímpicas. El 3:25.198 de los chinos y el 3:25.615 de los teutones tampoco se habían visto nunca en citas estivales. Una regata dura y feliz para Cuba.

 

RONIEL IGLESIAS ES ORO Y EL BUQUE INSIGNIA ECHA A ANDAR
Cuando Roniel Iglesias terminó la pelea por la medalla de oro se arrodilló y acarició los aros olímpicos dibujados en el cuadrilátero. Es un gesto que simboliza toda una carrera marcada desde hoy por su segundo título en citas estivales. Su presencia en Tokio fue quizás la más cuestionada de la escuadra cubana de boxeo. Sin embargo, hoy Roniel demostró cuán acertada estaba.

Su victoria en la final ante el británico Pat McCormack llegó con un inobjetable 5-0. Solo en la primera ronda ante el japonés Sewonrets Quincy Mensah Okazawa el pinareño no fue arrollador, como si a sus 32 años volviera a vivir el estado de gracia que lo hizo convertirse hace nueve años en campeón olímpico.

“Solo los boxeadores sabemos todo el esfuerzo que hacemos para llegar. Quienes pensaron que yo no podía llegar aquí ahora tendrán que cambiar ese parecer. Mi familia y mi padrino siempre creyeron en mí, y yo siempre tuve presente qué podía dar y lo demostré ahora”, dice el pinareño.

Hace cinco años Roniel no logró llegar al podio en Río de Janeiro. Desde entonces muchos le cuestionaban su estado físico para soportar todo el combate, el talón de Aquiles que muchas veces lo colocó en el centro de la polémica. Sin embargo, ahora el antillano lució diferente.

RONIEL

“Tuve una preparación muy buena y muy enfocado en esta competencia. Es mi tercera medalla y cada una tiene su importancia. Este oro es para ratificar que soy un atleta de alto rendimiento, y me pone muy feliz conseguirla en esta división de 69 kg, porque es una de las más competitivas en el boxeo”, aseguró.

“Como me vi en esta competencia —confesó—, creo que llego a París sin ningún problema. No obstante, ahora paso a paso. Quiero participar en el próximo campeonato mundial y ver qué pasa ahí”.

Mientras Roniel peleaba, las gradas del Kokugikan Arena parecían un hervidero de cubanía. Varios miembros de la delegación, junto a los integrantes del buque insignia apoyaban al antillano. Entre ellos, Lázaro Álvarez, el hombre que minutos antes había conseguido su tercer bronce olímpico de forma consecutiva, también gritaba.

Esta vez tampoco logró subir a lo más alto del podio, pero le dio oficialmente al boxeo nacional su primera medalla aquí. Hay otras aseguradas, pero aun mucho están enfrascados en cambiarle el color. Es el buque insignia y hoy, con la resurrección de Roniel y la constancia de Lázaro, comenzó a ser fiel a su historia.

MEDALLERO LLEGAMOS AL 13, Y SEGUIMOS POR MAS

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