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Dedicar una vida a cuidar muchas otras.

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“Los proyectos de ciencia del acuario tienen una salida de educación ambiental. Realizamos materiales audiovisuales, sueltos, plegables, esa información se distribuye gratuitamente en el acuario y da respuesta al convenio que firmamos con el ministerio de Educación. Este acuerdo incluye que todas las escuelas del sistema nacional de educación tienen que vincularse al programa educativo de nuestro centro”, asevera.

 

Covid-19: el reto de readaptarse

La pandemia covid-19 generó inestabilidad en todos los sentidos de la vida. El Acuario Nacional de Cuba no estuvo exento de hacer reajustes en sus actividades.

Explica Mari que para no perder la investigación desarrollada sobre los corales en Guanahacabibes crearon granjas para la reproducción de ellos en el litoral norte de La Habana, para así continuar la conservación y restauración de la especie.

Ante el cierre de los servicios habituales de la institución apoyaron las medidas tomadas por la dirección del gobierno local, elaborando alimentos para la comunidad de Miramar durante los periodos de cuarentena.

De acuerdo con la historia de la entidad, sus trabajadores conocen el significado del sacrificio en bien de los demás.

Refiere Mari que el acuario también abre sus puertas en horarios que no son los habituales para recibir a los niños de la sala de Oncohematología de La Habana, como parte del programa educativo desde 1994.

Tiempo atrás, acota la directora, abrían las puertas de 11 de la noche a 4 de la madrugada para atender a los niños XP (Xerodermia pigmentosa), que no podían recibir la luz directa del Sol.

Y como los niños son el público preferido de la institución realizan una jornada científica infantil (acaba de concluir la 25 edición), a modo de resumen del trabajo de un año del círculo de interés, que comenzó en La Habana y luego se extendió al resto del país.

“Durante la pandemia cerramos los servicios públicos, pero seguimos trabajando hacia lo interno, mantuvimos la atención de los animales, la jardinería, se aprovechó el cierre para darle un mantenimiento capital al área del delfinario, inaugurado en el 2002.

“Cuando La Habana pasó a la primera fase, el acuario fue una de las primeras instituciones que abrieron, dados sus grandes espacios físicos al área libre”, enfatiza María de los Ángeles Serrano, quien comparte a continuación detalles de la actualidad del Acuario Nacional.

¿Qué cambios presenta la institución en sus servicios?

De acuerdo a las condiciones logísticas que presentamos, debido a la pandemia, hemos ido optando por rentar espacios a los nuevos actores económicos, como cuentapropistas y pequeñas empresas. En estos momentos comparten con nosotros los servicios de gastronomía. El acuario tenía más de 12 puntos de venta y, dada la situación actual, no podíamos diversificar tanto las ofertas con nuestros recursos.

Para mantener una gastronomía adecuada ha sido necesario crear vínculos con personas no estatales y, por lo tanto, los precios están en correspondencia con la tarea reordenamiento.

¿Y cuál es el apoyo que reciben como institución estatal?

Como institución subordinada a la Agencia de Medio Ambiente, que pertenece al ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, contamos con el aseguramiento que nos da el Consejo de la Administración Provincial de La Habana, por parte de este organismo recibimos semanalmente alimentos.

Con respecto a la comida de los mamíferos marinos, esta es igual que la del consumo humano. El país importa un nivel de comida y captura pescado, que distribuye en las pescaderías, dietas médicas, y también incluye al acuario.

Al centro le garantizan las cantidades necesarias mínimas por la situación financiera que atraviesa el país, más el bloqueo, el cual impide la comercialización con proveedores históricos. En estos momentos, las empresas navieras que transportan tales productos incrementan cada día más los precios.

También poseemos atención particularizada del ministerio de la Industria Alimentaria y recibimos alimentos de diferentes partes de la geografía cubana. Las limitaciones con el combustible impiden determinada movilidad y rapidez.

Además, sumar el contrato con una mediana empresa que se dedica a la pesca, lógico, nos brindan volúmenes de pescados que no satisfacen la demanda.

¿Influye el déficit de alimentos en la decisión de no realizar espectáculos con delfines y demás mamíferos marinos?

Como expresé anteriormente, no tenemos toda la disponibilidad de alimentos que cubra el volumen de la dieta de ellos. Después de cada presentación didáctica recreativa es necesario un por ciento de comida de refuerzo. Como parte del cuidado que tenemos con los animales no los sometemos a ejercicios fuertes.

Un delfín puede consumir hasta 10 kilogramos de pescado, un lobo marino 15, en dependencia del tamaño y la especie, eso fluctúa. En el sentido de la alimentación, los mamíferos marinos se comportan como los humanos, no todos los días tienen el mismo apetito.

Actualmente, los visitantes solo pueden ver los delfines. No consideramos respetuoso brindar una función sin la calidad acostumbrada. Agregar que los delfines se trasladaron de un estanque para otro, a causa de la reparación mencionada.

Ya regresaron a su estanque, y no requieren de un periodo largo de adaptación, pero resulta prudente esperar un tiempo para que se aclimaten a las nuevas condiciones.

El delfinario cuenta con cinco delfines y decidimos sumar a los dos que estaban en el estanque adjunto al restaurante Gran Azul, por encontrarse esta última instalación en reparaciones. Tal situación exige de una estrategia para unirlos como una familia y tengan un comportamiento adecuado.

¿Cuántas especies y mamíferos marinos posee el Acuario Nacional en estos momentos?

Hablamos de más de 300 especies, entre ellas, siete delfines, dos lobos marinos y una foca. El acuario llegó a tener 14 lobos marinos, a partir del 2002 que se empezaron a obtener algunos ejemplares a través de intercambios comerciales con instituciones extranjeras.

El aumento de lobos marinos se produjo por el proceso de reproducción. Teníamos un semental que, prácticamente, fue el padre de todos los que nacieron en el acuario.

Al ser un solo macho se redujo la reproducción. En cierto momento tuvimos que separarlos porque estaban sufriendo las consecuencias de la consanguinidad. Algunos murieron en edad joven porque genéticamente no contaban con la misma fortaleza.

En el caso de los lobos marinos debemos retomar los intercambios con otras instalaciones o participar en programas de donaciones para obtener nuevos ejemplares. Los delfines habitan en las costas cubanas.

Debo señalar que todo el programa de manejo de mamíferos del acuario está sustentado en bases científicas, en las normas internacionales que rigen la actividad. Existe la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios que establece directivas, y nosotros las tenemos en cuenta.

Tratamos que el manejo con los animales sea como una relación. Son muy queridos por sus entrenadores, y se lleva un control de la historia clínica de los mamíferos marinos desde el día que llegan, cualquier manipulación, cambio de dieta…

Hace unos días, se informó sobre la muerte de un lobo marino, ¿cuál es el método a seguir ante este suceso?

A todos los mamíferos marinos del acuario se les hace una necropsia cuando fallecen, para saber la causa de la muerte. Estas especies constituyen animales que viven en manada, y ellos tienen una adaptación, vamos a llamarlo así, que ocultan los síntomas de enfermedades porque la manada cuando se da cuenta que hay uno con señales de debilidad lo abandona, e incluso, lo puede atacar como parte de la depredación natural, y eso aparece registrado en la literatura científica.

Cuando un mamífero marino empieza a dar síntomas de enfermedad indica que lleva algún tiempo en tales condiciones. Jocker, el lobo marino que murió, estuvo varios días enfermo y se le dio un seguimiento muy fuerte por parte de los veterinario y entrenadores.

Estuvo alimentándose hasta casi minutos antes de fallecer, con el volumen de comida que él aceptaba. Recibió tratamiento por una neumonía diagnosticada, y en la necropsia se detectó una cardiopatía.

Este lobo marino ya era anciano, había nacido el 5 de junio de 1998 y llegó al Acuario Nacional en marzo de 2003, con cinco años de edad; por naturaleza pierde masa corporal, su comportamiento no era igual, estaba ciego, y no lo desatendimos en ningún momento porque formaba parte de los ejemplares del acuario.

Jocker iba a cumplir 24 años, en el medio natural no hubiese llegado a esa edad por las enfermedades que presentaba. Es una especie con una vida promedio de 20 a 30 años, y al ser introducida en el país no se podía liberar. ¿A qué manada se iba a unir?

Aislar al animal en un estado de salud crítico era peor, porque donde estaba tenía las condiciones necesarias: niveles de agua, sombra, se siente en su medio; sacarlo de ahí era agudizar su padecimiento.

Fuimos muy cuidadosos y nunca lo forzamos a comer porque resultaba peor, la alimentación forzada a estos animales puede provocarles un infarto.

¿Qué tan difícil puede ser el trabajo a diario con estos animales?

Todas las instituciones con tenencia de animales en situaciones controladas dedican su vida a ellos, son horas, días de atención cuando se enferman. Un animal con tratamiento cada cuatro horas requiere de una persona pendiente a él para darle el medicamento. Igual durante el parto, porque hay que asistir a esa madre.

Boris E. González Abreut

Departamento de Comunicación del Citma

 

 

 

 

 

 

 

 

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