INFIDELIDAD
Aquel hombre la tomó abruptamente entre sus manos. En la mirada podía verse un rencor indecible y en su semblante se descubría la violencia de una situación que tomaba un cauce conocido.
Ella, inmóvil, mostraba su silencio en aquella habitación. Se dejaba llevar por el zarandeo, mientras lo oía vociferar insultos. Sus manos apretaban, apretaban cada vez más, y a poca distancia del lecho conyugal, dejó que colgara su rostro en la pared, antes de percibir sus lágrimas.
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