HAGAMOS CADA DÍA MÁS VIGENTE A MARTÍ

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Y hoy, en un contexto extremadamente desafiante y retador, en el que el país libra una batalla por la vida, enfrentando resueltamente la terrible pandemia, al tiempo que implementa su Estrategia de desarrollo económico–social, que robustece la Revolución Socialista; todo ello, en medio de una hostilidad creciente del Gobierno estadounidense, cuya política no es otra que derrocar nuestro proceso revolucionario socavando las bases ideológicas y culturales más genuinas de la nación cubana; en esta hora que vivimos, nos sigue haciendo falta Martí. Asirnos a su pensamiento es pilar esencial, no solo para resistir los embates imperialistas y neoliberales, enfrentar los intentos de reinstauración capitalista en Cuba, defender nuestra cultura e identidad; sino para continuar formando patriotas, ciudadanos con capacidad crítica, revolucionarios de verdad.
Nos es muy necesario Martí en la defensa de la Patria; de ahí que, como él hizo siempre, que llevó el remo de proa bajo el temporal; hoy es preciso que naveguemos también con el remo de proa. Es Martí referente para nuestra praxis revolucionaria, es expresión de nuestro carácter entero, de nuestra condición de cubanos. Martí sigue siendo guía espiritual de la nación, brújula de la creación heroica que ha significado la Revolución y el Socialismo en Cuba. A él vamos, como hicieron Mella y Fidel, buscando apoyatura política, ética y cultural; o ¿cómo se explica qué haya sido el autor intelectual del Moncada? La mejor definición del Apóstol de la Independencia nos la dio el propio Fidel:
«(…) Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió. Los que reanudamos el 26 de julio de 1953 la lucha por la independencia, iniciada el 10 de octubre de 1868 precisamente cuando se cumplían cien años del nacimiento de Martí, de él habíamos recibido, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales no puede siquiera concebirse una revolución. De él recibimos igualmente su inspirador patriotismo y un concepto tan alto del honor y de la dignidad humana como nadie en el mundo podría habernos enseñado».